domingo, 15 de julio de 2012

Se ha marchado para siempre un buen hombre

El viernes recibí un mensaje en el móvil que decía: “Siento deciros que Javier acaba de dejarnos. Se ha ido tranquilo y os agradecemos todo vuestro apoyo durante estos años” firmaba la mujer y la hija de mi antiguo jefe.

En ese momento yo tenía que salir hacia el hospital, por razones que ya contaré en otro momento, y no pude, me invadió una pena enorme, y un llanto incontenible, incluso ahora escribiendo se me saltan las lágrimas al recordarlo. Sabía que esto ocurriría más antes que después, pero confirmarlo el viernes 13 de julio de 2012, cuando además los ánimos no estaban todo lo fuerte que debían, es muy duro.

Le conocía desde que vino a trabajar un mes de octubre de 1999, ha sido el jefe con quien he estado más tiempo, y como ya decía en otra entrada, una bellísima persona, no tengo más que decir, que todo aquel que se considerara su amigo no sepa.

Hasta hoy no he podido, ni querido hablar con su mujer, alguien que le ha querido con locura hasta el final, que ha bebido los vientos por él durante más de treinta años, y me decía que estaba feliz de haber podido compartir con alguien como él todo este tiempo, y que agradecía cada minuto que habían estado juntos,  unas palabras tan difíciles de oír hoy en día, cuando las parejas no aguantan un picotazo en la punta de la nariz y rompen las peras al cuarto por tener más libertad, o cualquier otra cosa que lo que demuestra es que el amor de verdad, y no el enamoramiento temporal, dura eternamente.

Ya no tendrá más sufrimiento, ha dejado de penar en esta vida, seguro que allá donde esté, si es que hay algún sitio después, sabrá que nos ha quedado un gran vacío, pues se ha marchado al que siempre consideraré un buen hombre.