martes, 13 de octubre de 2015

El virus que me atacó el fin de semana largo


Deseando estaba que llegara este fin de semana largo, no por ser ni celebrar el día de las Fuerzas Armadas, ni el de la Hispanidad, sino por aprovechar para hacer cosas en casa, lavar cortinas, poner el edredón, cambiar la ropa de verano a invierno, poner la alfombra del salón, es decir dedicarte a lo que más mola cuando tienes tiempo libre.

En fin una delicia, aunque sí que había una cosa agradable de hacer, ir al cumple de mi cuñada y pasar un buen rato en familia. Pues todas esas buenas acciones se han quedado en nada, gracias a que he cogido el maldito virus, si ese que te hace empezar a sentirte mal, con dolor de todo el cuerpo menos de pestañas, te duelen los huesos, los músculos hasta las uñas si me apuras, tanto como si hubiera estado entrenando para una maratón durante meses.

Hay que ver que un bicho tan pequeño,  pueda con un cuerpazo tan grande como el mío, que me ha dejado hecha unos zorros, sin fuerzas ni para abrir el tubo de la pasta de dientes, eso sí, fabricando  mocos como si no hubiera un mañana, gastando papel de cocina, que empapa más que los clinex, como si fuera la dueña que los fábrica.

Y sin poder ir al médico hasta hoy día laborable, que he tenido que salir de mi burbuja al mundo exterior para que me diera su opinión y su justificante para el trabajo, ya que aunque me he despertado a las seis como cualquier día laboral, he visto que no estaba como para coger el coche ni aguantar las 8 horas delante del ordenador.

He tenido suerte y de guardia estaba mi médico de cabecera, ha sido una aventura salvar los 200 metros que separan mi casa del ambulatorio, después de un internamiento de tres días,  todo era nuevo para mí, respirar aire "puro", ver gente y sobre todo intentar no tropezarme con las malditas aceras levantadas por las raíces de los árboles encarceladas debajo.

A pesar de las pocas fuerzas que tenía he logrado llegar y me he traído solo un papelito que justifica mi reposo durante 72 horas, eso siempre y cuando no espute de color verde, pues entonces tendría que volver para que me mande antibiótico, hoy de momento no lo he merecido.

Y aquí sigo, sin notar ninguna mejoría, esperando a que este inquilino que me ha cogido tanto cariño se vaya a dar por saco al siguiente y me deje disfrutar de mi salud en condiciones normales.


No sé si haberlo pasado ya me sirve de vacuna o tendré que ponérmela, solo espero que el próximo fin de semana largo, no me ataque ningún nuevo virus.