Lo siento pero es el tema de moda y parece que copio a Jeremias pero aquí lo dejo.
Increíble pero cierto, son las 9:30 de lunes 21 de junio, en la calle no hay un alma, no se pasea a los perros, no se saca a los niños al parque, no hay coches circulando, no se oyen voces, ni música, ni nada, hasta los pájaros han dejado de piar ¿estarán viendo el partido?, en las empresas dan permiso para que puedan verlo en sus casas o ponen televisores para poder ver el partido de ESPAÑA, simplemente es muy curioso que no te dejen ir a ver a tus hijos a su fiesta de fin de curso, pero para esto no pongan ningún problema, por favor no vayamos a comparar la mediocridad de la familia con un evento tan importante a nivel ¿cultural?.
Hay un silencio casi sepulcral, que se rompe únicamente con un ¡Uyyyyy!, hasta que de repente se oye un: ¡GOOOOOOOLLLLLLL!, y ya todos son amigos saltan, se abrazan, se dan la mano, se besan, pues pareciera que sus vidas pendieran de un hilo invisible, aguantan la respiración, sufren con los fallos, si ganan ganamos todos, si pierden la culpa es de la reportera esa tan guapa que desconcentra al portero (bonito juego de palabras).
Manda narices que los millones de españoles que somos no seamos capaces de unirnos para intentar solucionar los problemas que tenemos encima en nuestro país, en nuestro continente, en nuestro mundo, pero basta ver a once señoritos detrás de un balón, para que nos salga el torero y la flamenca que cada españolito lleva dentro, por 90 minutos todos somos españoles y a mucha honra, qué unidad en el sufrimiento si perdemos, qué alegría en los rostros si ganamos, olvidamos nuestras diferencias, todos nos sentimos parte de esa bandera de los que muchos reniegan a diario, pero que agitan con ahínco en estos importantísimos momentos que brinda el deporte rey, el que da más horas de reflexiones, comentarios, alusiones, motivaciones, tertulias en las televisiones, etc., etc.
Hay un refrán que dice dame pan y llámame tonto, que se puede cambiar por “dame fútbol y llámame tonto” y quiere decir que se critica al que perdona las ofensas a cambio de los beneficios que recibe, y yo me pregunto ¿qué beneficios sacamos en claro de si ganamos o perdemos?, supongo que únicamente nos queda tener alta la honra (que no la honradez)
Hay un silencio casi sepulcral, que se rompe únicamente con un ¡Uyyyyy!, hasta que de repente se oye un: ¡GOOOOOOOLLLLLLL!, y ya todos son amigos saltan, se abrazan, se dan la mano, se besan, pues pareciera que sus vidas pendieran de un hilo invisible, aguantan la respiración, sufren con los fallos, si ganan ganamos todos, si pierden la culpa es de la reportera esa tan guapa que desconcentra al portero (bonito juego de palabras).
Manda narices que los millones de españoles que somos no seamos capaces de unirnos para intentar solucionar los problemas que tenemos encima en nuestro país, en nuestro continente, en nuestro mundo, pero basta ver a once señoritos detrás de un balón, para que nos salga el torero y la flamenca que cada españolito lleva dentro, por 90 minutos todos somos españoles y a mucha honra, qué unidad en el sufrimiento si perdemos, qué alegría en los rostros si ganamos, olvidamos nuestras diferencias, todos nos sentimos parte de esa bandera de los que muchos reniegan a diario, pero que agitan con ahínco en estos importantísimos momentos que brinda el deporte rey, el que da más horas de reflexiones, comentarios, alusiones, motivaciones, tertulias en las televisiones, etc., etc.
Hay un refrán que dice dame pan y llámame tonto, que se puede cambiar por “dame fútbol y llámame tonto” y quiere decir que se critica al que perdona las ofensas a cambio de los beneficios que recibe, y yo me pregunto ¿qué beneficios sacamos en claro de si ganamos o perdemos?, supongo que únicamente nos queda tener alta la honra (que no la honradez)