lunes, 7 de junio de 2010

Navalperal

Necesitaba salir de Madrid, necesitábamos salir todos, un viajecito, cualquier cosa aunque fuera cerca y por poco tiempo, pero salir, cuando el calor de verano se empieza a asomar y no precisamente tímidamente sino de sopetón, ese calor cansino, pesado, cuando los pies te piden a gritos que los liberes de calcetines y que cambies los zapatos por alpargatas estivales.
Se admiten visitas inesperadas rezaba el mensaje de un amigo aludiendo al pueblo al que se retiraría durante el fin de semana y que esgrimía como excusa para cancelar la periódica cita mensual que nos reune cada ultimo viernes a tres amigos de la infancia.
Navalperal de Pinares, quizás no tiene museos importantes o ruinas memorables, pero a poco menos de 100 km de la capital, como en un viaje astral, la atmósfera cambia radicalmente, el paisaje a medida que nos acercamos nos va engullendo con una naturaleza salvaje que hace recordar a sus habitantes unas décadas atrás cuando el entorno que hoy nos parece idílico entonces era duro y sacrificado.
Paseando por el pueblo, todo a golpe de zapatilla, sin tener que coger el coche para acercarse a por alimentos, a tomar una cañita, al parque, a la estación o a ver el proyecto de futuro en el que se van a embarcar unos valientes nuevos colonos construyéndose su nidito de amor en lo que a día de hoy es poco mas que un desvencijado caserón y que espero podamos disfrutar con ellos cuando tengan a bien invitarnos para cuanta barbacoa sea precisa.
En una sola jornada dio tiempo para todo, como atracción estrella el típico paseo por la carretera vieja, esa que hay en todo pueblo que se precie, la consabida parada en la plaza del pueblo con vermucito incluido en la terraza del bar a la sombra de una parra histórica, pasando por la estación para comprobar como el tiempo hace estragos en algunos garitos que despiertan nostalgia de otra época.
En fin, un día diferente, a hora y media de la jungla de asfalto hay vida mas allá de atascos, prisas y cabreos, un lugar para desconectar y sentirse como un niño disfrutando de los placeres básicos de la vida.

1 comentario:

  1. Por supuesto que estais invitados a pasar fresquito en verano y esperemos que calorcito de hogar en invierno, en cuanto tengamos terminada "la mini mansión REGON". Y a parte de la relajada vida que hace estar a dos pasos de la plaza o de las eras, también podremos disfrutar de agradables paseos campestres entre el follaje verderón o las vacas bicolor.

    ¡Os esperamos con las puertas abiertas!
    Por cierto que tal el dedito de Victor? salió la espina o tuvo que ir al médico?

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