miércoles, 28 de marzo de 2012

Jubilado

Hoy se había levantado temprano, como cualquier otro día, su cuerpo estaba tan acostumbrado que todas las mañanas a las 6 en punto, la maquinaria vital se ponía en marcha. Incluso cuando cambiaban la hora solo tenia que pensarlo un segundo antes de irse a la cama y era como si ajustara un reloj interno, luego la rutina habitual, de la cama a la ducha, siempre los mismos movimientos, debajo del agua representaba su propio tai-chí calcando los movimientos de tal forma que si hubiera una cámara grabando no notaria diferencia de una jornada a la siguiente. Continuaba con el ritual del café, era su momento de éxtasis, se sentaba frente a la cafetera y veía como goteaba el oro negro inundando la estancia con ese aroma característico, disfrutaba casi más por la nariz que cuando finalmente lo bebía pausadamente. Después, salía de casa y daba dos vueltas de llave en un sentido, otros dos en sentido contrario y nuevamente otros dos en el sentido inicial, e intentaba abrirla empujando con todas sus fuerzas, aunque era obvio que no lo conseguiría de ninguna de las maneras, aquella puerta cedería, pero aún así, no podía dejar de hacerlo, era un animal de costumbres, no podía ni creía que pudiera cambiar….o si.
De hecho, quisiera o no, era evidente que a partir de hoy todo iba a ser diferente, era su ultimo día de trabajo, mañana sería un jubilado mas, no acababa de valorar si era una buena o mala noticia, sus compañeros de trabajo estaban entusiasmados, menuda suerte le decían, toda una vida trabajando en la misma empresa. Bien considerado por sus jefes y subordinados, quizás un poco gris, un hombre tranquilo como convenían todos, sin altibajos. No buscaba problemas y tampoco estos le buscaron nunca a el. Sobre todo los mas impresionados eran los mas jóvenes, le veían como un espécimen raro, sacado de un museo de usos y costumbres de otra época, hoy nadie osaba siquiera soñar con un contrato mas allá de un año vista, ¡era un dinosaurio laboral!
Intento ese último día no hacerse notar demasiado, no le gustaba ser el centro de atención, pero no pudo evitar que en un momento dado todos hicieran corro frente a su despacho y le obsequiaran con el consabido reloj testimonial. Incluso tuvo que improvisar unas palabras, pero estaba claro que no era su punto fuerte y termino abruptamente intentado ser campechano como el monarca, pero sin conseguirlo, a la vista de las caras de algunos de los presentes que no entendieron su monologo espontáneo.
Cuando por fin salió de aquel sitio, en el que se dio cuenta que había pasado mas tiempo que en cualquier otro en los últimos años, cerro tras el la puerta y ni siquiera se giró para dar un triste adiós a una etapa de su vida que se terminaba para siempre, con esa tranquilidad que era su seña de identidad, asumió, o eso pensaba el, su nueva condición de la manera mas natural y también simbólica, tirando en la primera papelera que encontró, las llaves de su cajonera y la tarjeta de fichar.
Volvió a casa tranquilamente, Paqui, su mujer, no sabia bien como enfrentar la solución así que decidió que fuera el quien tomara la iniciativa, últimamente habían decidido tácitamente no inmiscuirse en las decisiones que tomaban por separado. Así el no opinaba sobre su nueva afición a los bailes de salón, a los que acudía con su amigo de la infancia y al que había localizado mediante las nuevas redes sociales, y ella no preguntaba porque el se sentaba ante el ordenador y se quedaba hasta altas horas de la madrugada olvidándose incluso de cenar muchas noches.
A la mañana siguiente, Federico se despertó puntualmente a las 6 de la mañana y empezó su rutina diaria, pero justo cuando se acercaba a la cafetera sintió la necesidad de iniciar su paso a la siguiente fase, empezaría a hacer pequeños cambios para ver si era capaz de ir asumiéndolos. Buscó en los estantes de la cocina y encontró unos sobres de té, calentó agua y se lo sirvió con una nubecita de leche como decía su sobrina, que se había vuelto muy moderna desde que volvió de Londres este verano. No estaba nada mal, era su primer giro de tuerca, incluso creyó oír un ligero CLICK en su cabeza.
Salió a la calle, y al pasar por delante de la plaza de minusválido que había frente a su portal y que siempre estaba ocupada por el mismo coche, sin la autorización preceptiva, ya que no era discapacitado, propiedad del vecino fanfarrón que se jactaba ante todos de aparcar donde le daba la gana, incumpliendo todas las normas éticas y circulatorias, así, justo cuando lo había rebasado un par de metros, oyó nuevamente el CLICK en su cabeza, paró, dio media vuelta y sacando la navaja multiusos que le habían regalado en su ultimo cumpleaños, pinchó los cuatro neumáticos. Lo hizo con calma, sin ni siquiera acelerársele el pulso, lo había realizado con una convicción que no reconocía, guardo la navaja y se introdujo en las fauces del metro.
Al entrar en el vagón observo que quedaban un par de asientos libres, pero como tantas otras veces, se dijo que debía dejarlos para quien los necesitara realmente, aunque siempre acababa sentándose algún trajeado o algún ecologista alternativo muy preocupado de salvar al planeta, pero sin ningún cargo de conciencia de estar cómodamente instalado mientras una señora de bastante mas edad y un poco entrada en carnes le fulmina con la mirada. Esta vez espero que el jovenzuelo hubiera localizado su botín y viniera como un rayo para un segundo antes de llegar a su objetivo, arrebatárselo en sus mismísimas narices, CLICK, aquello empezaba a gustarle.
En la siguiente estación entro una mujer embarazada, cuantas veces había sentido vergüenza ajena de ver como nadie cedía su asiento, más bien al contrario, se concentraban en su libro, o cerraban los ojos haciéndose los dormidos. Que placer poder disponer de tan preciado bien para poder ofrecerlo. ¿Perdón, se quiere sentar? Le dijo a la asombrada mujer. No podía entender como la gente no veía que era mucho más agradable recibir esa muestra de gratitud que seguir agazapado, atrapado por su propio egoísmo.
Siguiente estación, Ibiza, su favorita, no solo por los recuerdos de juventud asociados a esa isla desenfrenada, sino porque aquí era donde subía su particular mujer de rojo. La había llamado así por un espectacular vestido de ese color en que iba enfundada el primer día que la vio. Hacia ya mas de un año que sus miradas se cruzaron y no, no eran imaginaciones suyas, entre ellos parecía haber una conexión natural pero nunca habían pasado de un tímido intercambio de sonrisas cada mañana, CLICK, oyó dentro de su cabeza y sin pensarlo dos veces cruzo el vagón, se coloco frente a ella y mirándola fijamente empezó a hablar. ¿Buenos días, como estas? Mi nombre es Federico….
Se enfrascaron en una conversación animada, los dos estaban deseosos de recuperar tanto tiempo perdido, se rieron de lo que habían imaginado cada cual del otro y hubieran seguido así mucho mas tiempo si no fuera porque Elisa, que ese era su nombre, no tuviera que bajarse ya. Que absurda manera de entender la educación tenemos los adultos, es algo que se pierde con la edad, cuando eres niño no tienes ningún problema en relacionarte con tus semejantes. Al verla alejarse por el pasillo, se acordó de Paqui y pensó que se merecía saber que parte de su entretenimiento informático era productivo, cuando supo de la existencia del amigo recientemente recuperado, introdujo su nombre en la red y descubrió que no era mas que un trasnochado Gigoló casero, habitual de paginas de contactos y por lo que reportaban las usuarias, nunca acababa demasiado bien, se sentían utilizadas, y en algunos casos rozando el maltrato psíquico. CLIK, re-envió la información desde su móvil de ultima generación. Que ella decidiera si quería o no seguir con aquella relación.
Cuando llego a su parada se dio cuenta por primera vez que se dirigía a un sitio que ya no le correspondía, se había dejado llevar por la rutina y ahora estaba frente a su oficina, miro unos segundos aquel lugar sin saber que muy bien que hacer y en ese momento una voz familiar le grito. -¡Federico! ¡Hombre, que haces aquí! estos abueletes, si ya le decía yo a mi padre que teníamos que haberte largado mucho antes, menos mal que el también se jubila este mes y podré arreglar de una vez por todas esta empresa que mas parece una ONG que un negocio de verdad.
Era el hijo malcriado del jefe, siempre tratando a los demás con ese desprecio que no sabia o quería ocultar, CLICK, y el puñetazo sonó como un cañón en el silencio de la mañana, algunos transeúntes se volvieron a ver que pasaba y contemplaron como un tipo de impecable traje italiano estaba tirado en el suelo con la nariz rota y sangrando a borbotones mientras un abuelete se alejaba tranquilamente tarareando una pegadiza canción con una cara rebosante de alegría.
Volvió al metro complacido de haber resuelto el enigma de porqué había ido esta mañana a su antiguo puesto de trabajo. No se deben dejar tareas sin terminar, como solía decir siempre su padre. A medida que se iba acercando a la vía del tren vio algo que le dejó helado, reconoció al instante a aquel tipo, había ocupado las primeras paginas de periódicos y televisiones, un pederasta confeso, que había logrado eludir la prisión por un defecto de forma judicial. Un tipo despreciable que incluso se había reído en la cara de la madre de una niña a la que tuvo retenida durante dos días y que luego consiguió convencer a un jurado que no hubo maldad por su parte y que fue ella, una cría de doce años, quien le había suplicado que la escondiera de su familia. Un manipulador nato, se había librado de condenas sucesivas utilizando argucias legales, para, una vez absuelto revelar en distintas televisiones sus crueles delitos. Se fue acercando a el poco a poco, estaba justo detrás, al borde del foso por donde circula el metro, cuando oyó por los altavoces, “Este tren no efectuara parada, no admite viajeros”.
Un segundo después el convoy entró a toda velocidad en la estación, iba vacío, el estaba justo detrás de aquel asesino y violador de niños, el tren se acercaba a gran velocidad, faltaban unos metros para que pasara frente a ellos... CLICK…

jueves, 22 de marzo de 2012

Un cuento

La semana pasada mandé este cuento a un concurso, veremos si suena la flauta....


Víctor se hace mayor.

Víctor llevaba muy poco tiempo en primaria, había empezado este año su primer curso con mucha ilusión, había dejado atrás su etapa de infantil y se sentía muy mayor, pero pronto se dio cuenta que hacerse mayor tiene también sus inconvenientes: en clase ya no se jugaba todo el tiempo, ahora tenían que completar una ficha tras otra y lo mas duro, exámenes de cada tema que iban viendo en clase.
Jooo, yo no quiero crecer, quiero volver a ser Pequeño! Protestó mientras se metía en la cama, cansado después de un día que le pareció durísimo.
Pero no se dio cuenta de algo muy importante, como todo el mundo sabe, uno no puede acostarse enfadado…
A la mañana siguiente cuando se levantó notó algo extraño, la habitación le parecía mas grande de lo normal, pero bueno seguro que no era nada, sin embargo empezó a ponerse un poco nervioso al comenzar a vestirse y comprobar que todo le quedaba grande y las zapatillas de deporte que ayer le quedaban tan bien, hoy le bailaban los pies dentro.
Mamaaaaaaaaa, algo raro me esta pasando, todo me esta muy grande.-Gritó a su madre Venga, no te entretengas y a desayunar que llegamos tarde al cole! -Le contestó ella.
Pero la pesadilla no había hecho nada mas que empezar, cuando llegó al cole todos le miraban curiosos, el uniforme lo llevaba con varias vueltas en brazos y piernas, parecía un payasete de esos que salen en la tele con zapatones y todo, cuando intentó dirigirse a su clase una profesora que no conocía le dijo que se estaba equivocando de camino, que tenía que ir a la del fondo del pasillo, la de los bebés, y entonces comprendió todo, su deseo se había hecho realidad, volvía a ser pequeño, aunque no se sentía tan contento como suponía ayer, estaba incomodo en esa situación, vio el estante con los pañales, los biberones y chupetes apilados en una mesa, también juguetes que hacía mucho tiempo que habían dejado de gustarle y para colmo, no estaba ninguno de sus amigos, todos eran pequeñajos lloriqueando aquí y allá.
¡Quería salir corriendo de aquella clase, ir a ver al director y explicarle lo que le estaba ocurriendo pero no se acordaba de donde estaba su despacho, intentó descifrar lo que ponía en los carteles de las puertas y …se dio cuenta que tampoco sabía leer, se le había olvidado todo lo que había aprendido los últimos años
Ahora se daba cuenta que aunque el ser mayor tiene sus inconvenientes porque hay que estudiar mas y ser mas responsable, es mejor ir creciendo poco a poco, aprendiendo y disfrutando con las nuevas experiencias, los nuevos conocimientos, y con los amigos de siempre, empezó a ponerse muy triste por haber sido tan quejica….
Venga Víctor! Despierta que hay que ir al cole, hoy estas muy dormilón! -oyó que le decía su madre, mientras abría los ojos y comprobaba que todo había sido un mal sueño, su ropa tenía el tamaño correcto, miró rápidamente a un lado donde estaba el libro que tocaba esa semana y comprobó maravillado como lo entendía perfectamente, volvía a saber leer.
Se levanto de un salto y se vistió el solo sin que nadie tuviera que decírselo, había decidido que estaba encantado de ser mayor y que nunca más protestaría por eso.
Y otra cosa más, aprendió una lección importantísima, nunca, pero nunca más, se acostaría enfadado.
Y colorin colorado .....

miércoles, 21 de marzo de 2012

Mi sobri, esa personita tierna que a saber en qué se convertirá

Es curioso el trato de los abuelos con los nietos, no es ni de lejos el de los tíos con los sobrinos. Aunque los dos los queramos maleducar por igual, siempre ganan los abuelos, he visto a mi madre hacer cosas que si las hace cualquiera de nosotros con el niño nos pone de hoja perejil, pero como lo hace ella, bien hecho está, y luego mucho preocuparse que si come, que si coge frío y demás tontás que yo le dejo a sus padres que para eso están.

A mi lo que me alucina es la capacidad de aprendizaje o simplemente de imitación que tienen los críos de casi un año, lo que no puedo negar es que tienen una memoria supersónica, con una sola vez que haya visto algo que le haya gustado o llamado la atención, ya lo va a repetir o te va a pedir a su manera que lo repitas, mil millones de veces, aunque haya pasado mogollón de tiempo.

Yo para que mi sobrino no se olvidara mientras estuvo unos tres meses en Brasil le machacaba con ciertas cosas, siempre que me veía yo estaba comiendo chicle, llevaba collares y pulseras vistosos y le decía las mismas frases o cancioncillas, y gracias a eso, creo que cuando volvió se acordaba de mi (eso y que nos veíamos por Skype y le hacía siempre lo mismo).

Al fin y al cabo un bebé es como cualquier cachorro de mamífero, aprenden de lo que ven e intentan imitarlo y se acuerdan enseguida de que tú eres esa giganta, que se tira al suelo con él a jugar al “¡hay si te cojo!”, que les hace tanta gracia, eso sí cuando el gatea no le oigo quejarse de las rodillas, pero yo cuando me levanto no soy persona humana se me clavan los huesazos en el suelo como puñales y luego me salen cardenales, pero qué más da si me lo paso como una enana, para algo han inventado los fármacos que me tomo después.

Siempre que veo a un niño pequeño me quiero imaginar cómo y qué será de mayor, de momento con mi sobrino no me sale nada, supongo que necesito algo más de tiempo, porque ahora mismo me tiene desconcertada, su carácter aún no está formado, es manejable, aunque sea con juegos y patrañas, pero dentro de pocos años irá cambiando y ese muñequito que es ahora una personita tierna y blandita a saber en qué se convertirá.