sábado, 18 de febrero de 2012

Me quiero cambiar de sitio pero mis compis no me dejan

Estoy hasta la coronilla de mi puesto de trabajo, y lo digo desde el cariño, no penséis que quiero dejarlo ni mucho menos, ojala me pueda jubilar donde estoy aunque las cosas últimamente están cambiando para que no sea así, pero bueno no nos preocupemos antes de tiempo.

Mi mesa es la primera que cualquier persona que pasa una puerta, que a su derecha tiene unas fotocopidoras y a la izquierda unos armarios, en dos pasos lo que se ve es a mi sentadita en ella, bueno mejor dicho supongo que lo que más se me ve es la cabellera, la parte de arriba desde el flequillo, es decir lo que cortaban los indios en las pelis del oeste, pues como soy muy bajita hasta que no se acercan no me ven la cara.
Un vez ahí ya se divisa todo el panorama del departamento dispuesto en mesas de a dos.

Explico esto para ponernos en situación, al ser la primera mesa y estar en la posición referida, cualquier persona que se aproxime siempre cuenta con mi inestimable colaboración para lo que les ocurra, que viene una visita despistada a Contabilidad, me pregunta a mi, que las fotocopiadoras no tienen papel o se han atascado, me piden ayuda a mi, que mi compañera le da bola al Señor Supergrandilocuentetodolosabe Machoman, pues yo aguanto la supercharla, se que ya aburre que hable tanto de este señor, pero lo siento es mi día a día, es mi pesadilla, mi condena en vida.

Mi marido me dice que no le haga caso, que pase, pero él no lo puede entender por mucho que se lo explique, tendría que vivirlo como yo, durante todos estos años.

Este viernes como casi todos los días su jornada laboral se pasó en hacer que hacía pero sin hacer nada de provecho en su trabajo, sino marear la perdiz con unas y otros, llegando ha decir cuando le llamaron para trabajar de verdad que estaba muy liado y que no podía, cuando lo que estaba haciendo era solucionar a otra compañera de trabajo un tema particular.

Pero mientras esté en su sitio aunque le tengamos que oír, al menos es de lejos, lo malo es cuando se posiciona más de una hora en la mampara/barra de bar de la mesa de al lado a la mía, y empieza a soltar chascarrillos como que va a tomar el vermouth y acaban pedos a las seis de la tarde, o que todos los viernes se van a cenar, o que todos los fines de semana tienen fiesta, cosa que por mucho que diga a vozarrón en grito, que él fuera del trabajo es de otra manera, debe ser que es peor todavía, con sumar dos más dos, ya nos damos cuenta del tipo de persona que es, iba a decir que me cuesta mucho creer las bolas que dice, pero la verdad es que no cuesta nada porque directamente no me las creo, pero bueno a lo que voy después de una hora y pico escuchando sin querer hacerlo, mando un correo a mis compis de detrás diciéndolas que por favor me cambien el sitio que ya no puedo con la vida, y me contestan las muy ladinas que:

“NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, en la barrera se ve mejor y fastidia menos. Yo que tú ya me había tirado por la ventana ó mejor le había metido en un armario y habría cerrado con llave, pero antes lo hubiera insonorizado”.

Así que nada, tendré que seguir sufriendo en silencio la hemorroide humana que nos ha salido, por mucho que me quiera cambiar de sitio, porque mis compis no me dejan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario