miércoles, 17 de noviembre de 2010

Viaja conmigo al apasionante mundo de los aseos de mi oficina.

Supongo que llevar el mantenimiento de un gran edificio donde trabajan más de 1.000 personas debe ser harto complicado, como ejemplo el baño del núcleo de señoras que me corresponde por planta.

Ya al entrar es como si llegaras a un parque de atracciones, más parece que entras en El Viejo Caserón, la puerta de entrada se va hasta la pared y se queda encajada con lo cual o tiras de ella o se queda todo el rato abierta.
Das la luz y no se enciende, tienes que encontrar el punto G del interruptor, y bingo tienes 3 segundos para estar en el sitio de los lavabos, no da tiempo ni a llenar una botella de agua del supergrifo de agua fría que tenemos a prueba desde hace casi un año.
Y que como se ha corrido la voz y es el único baño que lo tiene es frecuentado por personal de otras plantas.

Luego llegas a la Casa de los espejos, el baño se compone de un gran espejo que ocupa la pared donde están los 5 lavabos, solo hay dos dispensadores de jabón uno a la izquierda del todo y otro a la derecha del todo, al lado del de la derecha se encuentra un dispensador de papel de manos que se acaba en dos días si llega, otro dispensador de vasos de plástico, que cada vez intentas sacar 1 salen 5, y también situado a la izquierda al lado de la ventana hay un calefactor de aire caliente, esto se puso con posterioridad, pues el lumbreras que lo diseñó, y que era un hombre, no necesitaba estar mucho tiempo en el baño, ni se lavaba las manos, ni se lavaba los dientes, ni tenía que bajarse los pantalones o las medias y volver a subírselas para hacer pis, pues con bajar una minicremallera y sacar el pajarito apuntando al urinario tenía bastante.

Como en la atracción El Aserradero los grifos de los lavabos tienen agua fría salvo los dos de los extremos que son de agua caliente (suponemos que es para ahorrar), y como en verano había que dejarlos correr para no quemarnos los morrillos, pusieron un grifo especial con un dispositivo que la va enfriando. para que no gastemos más agua de lo debido.

Luego están las llamadas cabinas (son cubículos con la taza del water y la cisterna) en la primera es como si estuvieras en Las Sillas Voladoras, te sientas y se bambolea como en un columpio, ya hemos dado varios partes, incluso se ha salido el agua por debajo, lo arreglaron con silicona, pero eso no sujeta y se sigue moviendo, además cada vez que tiras de la cadena ya puedes estar lista para salir corriendo, pues aquello parece un tsunami o las cataratas del Niágara, el agua salta casi 10 cm por encima de la taza.

Justo al lado está la segunda cabina, en esta es todo lo contrario tiras de la cadena y salen 2 gotitas de agua, entonces tienes que seguir dando a la manivela como si fueras Laura Ingalls en la Casa de la Pradera y estuvieras bombeando agua, que viniera del más allá, hasta que por fin a la décima, obtienes otro tsunami. En este baño solemos tener altercados del tipo entro y me encuentro todo lleno de papel y pis o lo peor papel y pos, que como entres después de subir de desayunar te dan las arcadas de la muerte.

La tercera cabina, funciona más menos bien, pero la debieron hacer para las 7 enanitas pues todas tienen una percha a la misma altura excepto esta, que está casi a la altura de la rodilla, si cuelgas el abrigo te arrastra fijo.

Luego tenemos la cuarta cabina o directamente “el cagódromo popular” debe ser que al estar al final del todo es como más íntimo, lo único malo es que las que lo utilizan para ese menester tampoco se acuerdan de las que vamos detrás.

Por todas estas cosas, cada mañana cuando llego, viajo al apasionante mundo de los aseos de mi oficina.

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