Nuestros
padres ya son abuelos y aunque les ha llegado un poco mayores, ejercen su papel
a la perfección, cuidan de sus nietos cuando los padres trabajan o cuando se
van de fiesta o fin de semana romántico.
Los abuelos no sólo cuidan; son el tronco de
la familia, aportan ese cariño tan especial que nuestros padres no son capaces
de darnos.
Algunos afortunados todavía pueden contar con
sus abuelos para cubrir muchas tareas: quedarse con los nietos si se ponen
malos y no pueden ir a la guardería o al cole, controlan que la alimentación
sea la correcta, puesto que las madres nunca les dan la comida que debieran, la temperatura de los nietos para ellos que siempre sienten frío, el niño tiene que estar bien abrigadito aunque estemos en
agosto y sobre todo los juegos, pueden perderse su programa favorito en la
tele, dejar de ir de paseo, cambiar sus médicos a otro día por estar y poder jugar con sus nietos, que siempre serán los más listos, guapos y adorables del mundo.
No les importará que les llamen
abu, yaya, abue, lala, etc., los abuelos siente adoración por sus nietos. en
cuanto nace el primero las fotos de los hijos pasan a un segundo plano y ya
solo se verán fotos de los nietos.
El abuelazgo constituye una forma
contundente de comprender el paso del tiempo, de aceptar la edad y la vejez. Aunque algunos se apenan del poco
tiempo que puedan pasar con ellos, sienten al mismo tiempo que los nietos
significan que es posible la inmortalidad. Porque al ampliar la familia, ellos
prolongan los rasgos, los gestos extienden su vida y eso les da ilusión. Los
abuelos miran diferente, usan los ojos para otras cosas.
Aprendieron que un abrazo enseña
más que toda una biblioteca. Los abuelos tienen el tiempo que se les perdió a
los padres. Leen cuentos nuevos o inventados o cuentan historias de cuando ellos eran pequeños.
Los abuelos construyen infancias.
Malcrían profesionalmente, no
recuerdan que las mismas gracias de sus nietos las hicieron sus hijos. Pero
entonces, no las veían, de tan preocupados que estaban por educarlos.
Algunos todavía saben jugar a cosas
que no se enchufan. Son quienes arropan, miman y besan a sus nietos cuando sus
padres los han castigado, regañado, defraudado, o cuando se han separado y su mundo se derrumba.
Los niños con abuelos suelen ser
más felices y cuando nos faltan siempre pensamos que no se han ido del todo porque
solo se han vuelto invisibles.
Los seguiremos recordando incluso
cuando seamos tan mayores como ellos, de esa forma los abuelos serán
inmortales.
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