martes, 17 de noviembre de 2015

Minutos de silencio

¿Qué le está pasando a la humanidad?
¿Por qué nos sentimos más dolidos con unas desgracias que con otras?
¿Por qué solo existen personas de primera y de cuarta?

Nos hartamos de ver en la televisión, imágenes sangrientas cada día, pero solo nos consternamos cuando ocurren demasiado cerca.
Una cosa es verlas en la caja tonta que en parte nos une y casi siempre nos aleja de la realidad y otras pensar que nos puede pasar en vivo y en directo.

Vemos niños que pasan hambre, nos cuentan que mujeres han perdido la vida con la violencia de género, todos los días nos dan las cifras de muertos en accidentes de carretera, conocidos, amigos y familiares fallecen por culpa de enfermedades, vemos que hay huracanes, tsunamis, terremotos, meteoritos, guerras, que destruyen hogares, que cercenan cuerpos, que acaban con muchas vidas, ¿qué es lo que hace que en unos casos nos sintamos más apenados que en otros?

La lejanía o cercanía de los sucesos, no es lo mismo sabernos a salvo cuando las desgracias ocurren en la Conchinchina, que en nuestro mismo continente.
Si es algo que ha pasado lejos de nuestras casas, lo comentamos y a veces ni siquiera eso, pero si lo ocurrido ha sido muy cerca, ahí ya nos preocupamos, hacemos actos conmemorativos, llamadas de condolencia, ofrecemos apoyo moral, manifestaciones, y siempre se acaba con un minuto de silencio en los centros institucionales, para que todos los medios de comunicación sin excepción tengan en su primera plana una foto preparada con los altos cargos colocados en varias filas y por ese minuto, sin que digan ninguna tontería.

Si realmente lo tuviéramos que hacer con todas las desgracias mortales que ocurren a diario, no volverían a hablar en milenios.

Pero no, en lugar de unirnos e intentar que todos tengamos las mismas oportunidades de vida, cada vez nos separamos más, cada vez somos más individualistas, cada vez salimos menos, nos comunicamos menos, nos hacemos fuertes en nuestra casa, nuestro barrio, nuestra comunidad, nuestro país, nuestro continente, la convivencia se ha perdido, el reparto es injusto unos tenemos mucho y otros no tienen nada, ¿eso es lo que al fin y al cabo se pretende?

De eso va esta mal llamada civilización,  porque permitimos que para que unos puedan vivir otros tengan que morir. Así es esta vida de injusta, eso solo puede provocar envidias y odios.


Mientras eso no cambie seguiremos viendo pasar las manillas de un reloj imaginario que solo da minutos de silencio.

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