lunes, 15 de febrero de 2010

Crónica de una muerte anunciada

En los hospitales ya no te dejan hasta el final, ahora se quitan a los que no tienen remedio de encima enviándolos a morir a su casa, cuando empeoran se avisa a un médico que les dice sin parpadear a los familiares, que su ser querido agoniza, y que como mucho le queda una hora de vida.

Ya no hay más prórrogas, ni sorpresas de última hora, te lo sueltan así y uno no sabe como prepararse para verle partir a no se sabe donde, estando presente en todo momento mientras se le escapa la vida.

A veces pienso que para que venimos si nos tenemos que ir, para que te enseñan lo que hay, si luego lo dejamos todo aquí, para que nos hacen sentir, si luego nos va a doler tanto ver como se van los que queremos de nuestro alrededor.

No me acostumbro a la cita: “es ley de vida”, no es mentira, es la ley de la muerte, la vida puede darte algunos sufrimientos, pero todos queremos vivir.

En nuestro mundo todo caduca, nuestras vidas son efímeras, aunque ya la longevidad llegue a durar casi un siglo, tenemos por seguro que antes o después todo se acabará.

Lo mejor del ser humano es que tras un duro golpe, remonta como un ave Fénix, y según va pasando el tiempo, ese ser querido que nos ha dejado se va difuminando, el dolor remite, y gracias a ello podemos volver a respirar cada día, hasta mantener a las personas que se han marchado vivas en nuestro recuerdo.

No tenemos que sorprendernos de nada pues todos traemos bajo el brazo una crónica de nuestra muerte anunciada nada más venir al mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario