Reencarnacion.

De vez en cuando me da por divagar, esta vez sobre la reencarnación que me parece una de las salidas mas interesantes para este periplo vacacional entre el limbo y el cielo-infierno o vaya usted a saber.
Sopesando las diversas criaturas en las que enfundar mi personalidad, -que dicho sea de paso intentaré pasar de contrabando en la maleta para poder disfrutar de la nueva experiencia- estuve evaluando las posibilidades, lo primero que me vino a la mente fue volar convertido en ave migratoria, aunque rápidamente modifiqué mi estatus para convertirme en halcón peregrino o Cóndor sudamericano, durante un tiempo puede estar bien revolotear por ahí, pero creo que acabaría resultando un poco aburrido, pasé a zambullirme en el océano jugueteando con los barcos y con los turistas caribeños, los delfines siempre con la sonrisa en la boca no parecen una mala opción, pero me parece un poco cansino tanto espectáculo, ¡denegado!.
Seguimos en el agua pero esta vez con mayor tonelaje, un nuevo mundo que explorar, ballena que se sumerge a lo mas profundo de la simas abisales. Interferencias con submarinos, pesca científica de los países asiáticos y frío, mucho frío, creo que tampoco,
Salgamos a tierra firme, ¿Qué tal de caracol? La casa a cuestas me libra de la pertinaz hipoteca, pero el ir con los cuernos de serie me echa un poco para atrás.

En otra época emulaba al símbolo madrileño mas castizo, el gato, con los escarceos nocturnos y vuelta a casa magullado pero feliz, tuvo su momento y ya paso.
Hay otro felino, el rey de la selva, que ostenta en su curriculum el record de hasta 500 copulas por camada, tentador.
O sino como me dijo una amiga, de oso, que duerme todo el invierno, siempre lleva abrigo de piel y no se tiene que preocupar de guardar la línea.
Y como no pensar en el cerdo uno de los animales mas queridos aunque lo es sobre todo a nivel gastronómico, !descartado¡
En fin seguiré pensando porque nada me convence de momento.