viernes, 18 de mayo de 2012

Ir de compras y salir sin nada

No se si esto le habrá pasado a alguien más, pero creo que aunque dé mucha vergüenza es lo que hay que hacer.

El lunes nos tiramos más de una hora en una camisería de caballero, de las de toda la vida que hay en Madrid, al menos eso dice mi suegra, aunque lo único que debía ser de toda la vida era el escaparate, el mostrador y algunas de las corbatas que tenían, pues los dependientes, eran bastante nuevos, y las telas las debían traer recién cortadas y de un taller clandestino, donde trabajan a destajo, porque peor no podía estar hecha la pobre camisa.

Aunque se supone que es lo más en su género, camisa blanca de algodón  y doble hilo con cuello abierto para mejor asiento de corbata y puño vuelto para las grandes ocasiones en las que un caballero lucirá gemelos, ¡pues no señor!.

Una vez que nos trajeron del almacén la talla que necesitábamos, cosa que estuvimos esperando más de media hora, vimos cómo la sacaban de la bolsa, la quitaban los mil y un alfileres, plásticos, cartones y papel, viéndola por fuera y siendo probada con aceptación por el comprador, cuando ya sacábamos los dineros para su abono pues estábamos dispuestos a llevárnosla, nos fijamos en el interior, costuras inacabadas, telas que sobresalían deshilachadas, botones sin rematar, vamos una joyita, así que ni cortos ni perezosos, dijimos que si no tenían otra mejor hecha, no nos llevábamos ninguna, y eso hicimos, fuimos de compras y salimos sin nada.

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