miércoles, 25 de febrero de 2009

Camino del taller.

Parece que suena un ruidito, creo que es por la rueda delantera de la parte derecha, esto es el comienzo de algo que no puede acabar bien, yo le digo a Fabiola que lo mejor en estos casos es subir mas la música, pero no le convence, el ruidito se crece, se siente protagonista y como ya se sabe, con entrenamiento y creyendo en uno mismo se puede llegar muy alto, en su caso se hace audible hasta para los que pasean por las aceras que se vuelven a mirar que será aquello que suena a chatarra crujiendose y retorciendose.
Lo ha conseguido, ya no hay manera de ignorarlo, estoy viendo su sonrisa burlona entre los faros mientras nos dirigimos al taller, le gusta que le lleven de vez en cuando a estos balnearios automovilisticos, que si cambio de aceite, ruedas, algo de chapa, cualquier cosa para que me toque aflojar la cartera, que esa es otra, aquí hay que tirar mas de fé que en las iglesias, lo que diga el señor mecánico es inapelable.
Ayer se quedo allí, rodeado de tuercas, grasa y herramientas varias, veremos que pasa hoy.
Miedo me da.

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