jueves, 8 de abril de 2010

Entre el susto y la pena

El lunes me llevé un susto de órdago, al salir de casa e ir a encender la luz de la escalera oigo una voz que dice: “señora, señora”, me giro y veo a un hombre sentado en el rellano de la escalera sin zapatos y con una pinta deplorable, lo único que salió de mi boca fue un par de gritos que hicieron que Leandro se asomara a ver que pasaba, una vez comprobado que la voz salía de un ser humano y no del más allá, no se me ocurre más que decirle que como se ponía ahí, que cualquiera que bajara y se le apagara la luz, a parte de pisarle se llevaría un susto de muerte, y podría caerse, le dije que se tenía que haber puesto mejor en el portal, que al menos todos le verían. El hombre no hacía más que decir: “es que hacía frío, y he entrado a pasar la noche, pero cuando salga el sol me marcho, no tema señora no voy a robar ni a hacer nada malo”. Esas palabras me dejaron mucho más tranquila y cerré la puerta y me fui a por el coche, pero cuando llegué al garaje, pensé, ahora tiene que salir Leandro, pues voy a llamarle a ver como va. Me coge el móvil y me dice que aun no ha salido de casa pero que le espere que ya viene. Yo espero y espero y no aparece, salgo del garaje y aparco cerca de casa, veo que se abre la puerta y pienso ya sale, pero no era él, pienso pues será ese pobre hombre que ya se va, pero tampoco era pues llevaba un trapo blanco y limpiaba la puerta del portal, al final caigo en que es el chico de la empresa de limpieza, sigo esperando y ya apunto de salir del coche y volver a subir a casa, aparece Leandro, y me dice que el señor ya no estaba, pero que le ha pillado por banda la señora del bajo para ver si podía poner una ventana de la 3ª planta, y en lugar de decirla pues ahora no me viene bien, se puso a ello, lo malo es que tampoco pudo ponerla.

Después de los nervios que pasé y ya con más calma pensé en la suerte que tenemos, y lo mar repartido que está el mundo, me embargó una gran tristeza al pensar en ese desconocido que pasaba frío por la noche mientras que nosotros estábamos felizmente durmiendo calentitos en nuestra casa, que pasaría hambre, y nosotros a régimen, que no se lavaba y nosotros derrochamos agua cada día.
Mentalmente me puse en su lugar, y así estuve el resto del día paseando entre el susto a la pena.

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