lunes, 24 de noviembre de 2008

El Mercado de mi barrio

Hacía tiempo que no recorría las dos calles que componen el mercado de mi barrio. El Mercado es pequeño, ¿qué puede tener? ¿20 o 25 puestos? Pues cuatro ya están cerrados, con el cartel de se alquila, se traspasa o ni tan siquiera cartel.
Cuando iba camino de la tienda de ultramarinos, fijándome que era un sábado a las 12 de la mañana y la poca gente que había, no pude por menos, que sentirme culpable.
Los centros comerciales están hundiendo este tipo de comercios y yo, cómo uno mas, estoy contribuyendo a ello.
Mientras me atendían en la charcutería, no pude evitar un nudo en la garganta al sentir y comparar la diferencia de trato, las ganas que le ponía y la amabilidad con la que era respondido ante mis preguntas de que tal o cual queso iba responder mejor a mi paladar.
Cada vez que voy a un ¿gran? centro comercial, tengo la sensación de que me están haciendo un favor al ¿atenderme?, mejor decir, al cobrarme. Hubo un tiempo en que en los pasillos de esos centros había algún que otro entendido que te asesoraba sobre la posible duda que, ante la enormidad de variedades que se ofrecían, te surgía. Ahora ya no hay nadie y si lo hay se limita a volver a leer las instrucciones que figuran en los dorsos de cada uno de los paquete ¡vaya ayuda!

Pero el 'leuro' es el 'leuro' y la comodidad de poder ir a comprar a cualquier hora es difícil de combatir para estos pequeños comerciantes, que todas las mañanas de Lunes a Sábados se baten el cobre para poder seguir abriendo y que todas las tardes miran su cada vez mas menguada caja con la esperanza de poder pagar el recibo de la luz de sus cámaras frigoríficas. Por cierto, Cristina de esto sabe un rato y no son sólo las horas que pasan delante del mostrador (en la que ya nos ganan quince a uno, respecto a nuestras aposentadas horas de oficinistas), si no las horas en las que se levantan para comprar la mercancía que luego pretenden vender, y las horas que pasan después de cerrar para mantener un pequeño puesto que cada día está mas en tela de juicio por clientes y burócratas adalides de la higiene.

Una reflexión: Cuando vamos a un mercado o a un pequeño comercio sólo compramos lo que estrictamente necesitamos. Cuando acudimos a un centro comercial ¿cuanto de lo que hay en el carro es lo que íbamos inicialmente a comprar?

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