martes, 11 de noviembre de 2008

Recuerdos

Al ver la foto del salón de casa de los padres de Jeremías, no he podido por menos que dejarme llevar por los recuerdos.
Durante aquel invierno, todos los viernes por las mañanas acudía a su casa para recogerle y juntos marchábamos para la emisora a iniciar aquellas históricas transmisiones de aquel inolvidable programa radiofónico, que inundaba las ondas de nuestro barrio.
En realidad, no sabíamos cuantos nos escuchaban y si los herzios llegaban mas allá de las 4 manzanas que rodeaban la emisora.
Lo que era seguro es que llegaba hasta casa de sus padres.
Y su madre, todos los viernes dejaba de escuchar al Del Olmo o al Herrera o al que estuviera en aquellos momentos y nos sintonizaba. No sólo nos sintonizaba, sino que nos grababa. Mas tarde vimos que era posible hacerlo desde la propia emisora mejorando la nitidez y la rebajamos de tamaña tarea (había que tener cuidado para darle la vuelta a la cinta).

Siempre me recibió con una sonrisa y aunque no eran horas de desayunar, ni de almorzar, no faltó ni un día que no me ofreciera un café, un bollo, un lo que sea, que llevarme a la boca.
No era el salón un sitio habitual que yo frecuentara, pero las últimas palabras de aliento y animo, antes de saltar a las ondas, se lanzaban desde ese salón. Y a la vuelta, en ese mismo salón, no faltaban los consejos y si con alguien se metía era con su hijo porque siempre supuse que a mí le deba corte decirme lo mal que lo había echo.

¡Que madre mas enrollada que tiene el Jeremías!
Cualquier madre se hubiera metido con la música estridente que poníamos, con los chistes fáciles y las soeces que soltábamos por los micrófonos, pero ella incluso nos llamaba para simular que había gente que nos escuchaba ( había otro, que todavía nos está buscando para que le regalemos el disco que prometimos en antena por averiguar no se que sandez)

En aquellos tiempos el padre de JM, era el padre que mas molaba, pero sin lugar a dudas, la madre de Jeremías era la madre que todos queríamos tener.

En fin, que una simple foto, trae recuerdos y los recuerdos, si son tales, sólo son de buenos tiempos, porque los malos nuestra memoria los retuerce hasta convertirlos en anécdotas. ¡Toma ya! ¡Me ha quedado como una de aquellas frases que soltábamos en aquella roja emisora!

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