Sábado, sabadete...
Hemos estado de celebración. Aunque el cumpleaños de mi hermana fue el pasado día 11, ha decido celebrarlo hoy.
Por primera vez, lo celebra fuera del nido. En su casa. La casa que según mi madre no es suya puesto que está pagandola su novio y ella (mi hermana) lo único que ha echo es irse a vivir con él. Sigo pensando que la casa de uno es aquella en la que vives, acaso ¿no fue la de mis padres, durante 28 años, mi casa?
Me llama la atención que pese a ser una casa mas grande que la mia, no es una casa donde podríamos caber, con todas nuestras cosas, Cristina y yo.
He pasado a recojer a mis padres, para ir con un único coche y hemos quedado en una gasolinera a la entrada del pueblo con mi hermano. ¡Bendito impresentable! Pretender quedar con él a una hora es como pretender que el precio de la gasolina baje cuando baja el precio del petroleo. Se ha salvado, porque esta vez, los que todavía hemos llegado mas tarde hemos sido nosotros.
La merienda cena ha transcurrido como transcurren todo este tipo de celebraciones, sólo que esta vez la comida se nos ha salido por las orejas. Supongo que las primeras veces, todos pretendemos impresionar a nuestros invitados y no paramos de sacar platos para demostrar que en nuestras casas no falta de nada, pero ¡para que yo diga que se han pasado!!! En fin, supongo que van a tener sobras para todo la semana.
Cristina, una vez mas, me ha sorprendido con su capacidad de inventiva para entretener a mis sobrinos. Si reflexionas, no hace nada del otro mundo, no se inventa juegos. Son juegos que siempre han estado ahí. Pero ella los lleva a su terreno, les seduce, los hace trabajar con la imaginación y al final todos acabamos mirando como se lo están pasando y con ganas de participar.
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