domingo, 26 de abril de 2009

Cuando tienes un secreto

Tenemos un secreto y no lo podemos contar, porque por eso es un secreto, claro, me enteré de puro churro de un secreto familiar concretamente de mi hermano, pero resulta que no ha tenido confianza conmigo para contármelo antes, y ahora tenemos que esperar por lo menos dos semanas para que deje de ser un secreto.
Aunque ya lo he contado a mis amigas del trabajo, sigo sin poder decírselo a nadie ni de mi familia ni de la de Leandro, y me siento mal, como si les estuviera engañando, no es igual que cuando mi jefe me cuenta cosas del trabajo y me dice: “de esto ni una palabra a nadie”, porque sé que en cuanto cruce la puerta de su despacho ya lo sabrá medio departamento, y yo me haré la loca como que no sabía nada aunque me acabe de enterar.
Tengo una filosofía en la vida y es que cuantas más veces se cuenten las cosas malas (o aunque no sean malas y solo sean sorpresivas, pero que sabes que van a caer como un jarro de agua fría) antes dejas de darle vueltas y pasan de ser malas a ser un problema al que encontrar una solución.Pero este no va a ser el caso, porque lo que va a pasar ya ha pasado en el pasado (menudo trabalenguas), es algo complicado, solo quiero que llegue el día 10 de mayo para dejar de tener este secreto del que no me tenía que haber enterado.

1 comentario:

  1. Recuerdame que no te diga ningún secretillo, porque o bien piensas que no nos lee nadie, tampoco te lo discuto tanto, o sino no eres precisamente una caja fuerte.

    ResponderEliminar